lunes, 29 de marzo de 2010

Y si es inútil mejor

Seguro que te ha pasado lo mismo mil veces. Soy de los que creen que la historia de la humanidad debería escribirse con los papeles descartados, los borradores rotos y los diarios abandonados. Las obras publicadas y consagradas se parecen mucho a la historia que aspiramos a escribir, como si nos avergonzáramos de sentir ganas de orinar de vez en cuando o de mezclarnos con el olor corporal de los demás. Bach recorría de noche varios quilómetros para escuchar a un músico al que adoraba y del que hoy no sabemos prácticamente nada. Quienes escriben la historia de los hombres se han olvidado de los hombres, y de la humanidad, me parece, o al menos a mí me interesa cada vez menos lo que un hombre quiere decir, y mucho más lo que quiere callar, o romper, o borrar.
Me gustan los blogs abandonados. No es fácil encontrarlos por ahí, representan los nuevos cadáveres, la tecnología también ha llegado al camposanto, morirse ya no es lo que era. Había pensado en abandonar este blog a su destino. El destino de los blogs no es sublime, la mayoría de los servidores amenazan con borrarlos si detectan una ausencia de actividad prolongada. No me digas que no es una fina ironía de la morgue: si no te mueves durante un mes es que estás acabado. Pero aún más: si no te mueves, y nadie viene a verte, estás acabado. La ironía se refina con la tecnología: no eres solo lo que eres tú, sino también, y sobre todo, lo que eres para los demás. Yo añadiría: eres lo que son quienes vienen a verte. A lo mejor (o peor) por eso los blogueros se dan patadas en la espalda para ser los más visitados, los más seguidos, los más actuales, como si la actualidad fuera una ola de la que da vértigo bajarse. Confieso que me gustan los blogs muertos, supongo que este amor por lo inmóvil tiene algo que ver con otros amores necrófilos, como el amor al jardín de los callados, las salas de espera cuando no espera nadie, las calles de cualquier gran ciudad durante un importante desencuentro ante la pantalla, ya sabes, seguro que te ha pasado mil veces. Un blog que se acaba agradece la mirada del último en llegar, te recibe como recién nacido, desnudito y dejado de la mano, con un cierto resentimiento hacia su padre difunto (porque nadie le viene a ver), pero a la vez con un suave y penetrante perfume a ser humano. Ahí es donde creo yo que residen los lenguajes de nuestra humanidad: en lo mediocre, en el fallo, en el abandono, el silencio y el polvo. Cualquier intento de permanecer se llena, al fin y al cabo, de alguna belleza. Pero si es inútil, mejor.